domingo, 29 de noviembre de 2020

LA MASACRE DE LLAUCAN

 

SUCESOS DE LLAUCAN BAMBAMARCA 1914

 

HECHOS QUE HAY QUE RECORDAR, PARA QUE LA HISTORIA NO SE REPITA

 

HOY QUE “DICEN” QUE TODOS TENEMOS LOS MISMO DERECHOS.

 

Indígenas, él quería lograr la posesión a la fuerza y sacar todas las riquezas. Este hombre era un logrativo, abusivo vino con acuerdo de la prefectura de Cajamarca, no venía a manejar las tierras en forma perfecta, sino para abusar demasiado, a los hombres y mujeres de veinte años ponía una obligación y a los hombres de más edad les ponía otra obligación, estas obligaciones no eran justas, por ejemplo eran hilaza, descarmena de lana, cocinería, tejidos, criandería de animales, y muchos quehaceres de casa que tenían que hacer los llaucanos para beneficiar a Benel».


Los hombres trabajaban en el campo en las chacras de la hacienda para el beneficio del señor locatario».

«Nos dimos cuenta que no era dable trabajar al rigor, y que vivíamos bajo las órdenes de este malvado gamonal. Cansados de los tantos abusos, la gente misma lo corrió al Prado, la gente se juntaban de toditas las comunidades, Ilenecitos en la plaza, todito el patio de frente de la capilla estaban Llenecitos y no lo dejaban entrar, y lo corrieron de la hacienda de Llaucán, y por eso se vengó haciéndolos matar, trajo los policías el Prado y Benel»

«Como los cabecillas no se avinieron al aumento del pago de los arriendos, por eso se levantaron los llaucanos como montonera».

Según el libro «Historia de Bambamarca», Prado y Benel administraron Llaucán en tiempos sucesivos. Sin embargo en los testimonios de la gente aparecen juntos, porque para ellos ambos representaban al mismo sistema de explotación con que los llaucanos lucharon.

«La gente se levantaron contra el Prado y Benel, que no lo dejaban entrar aquí a la hacienda, en varias oportunidades lo habían corrido, eso fue el motivo que el Prado trajo la policía como venganza haciéndolos matar».

«El Prado y Benel se vieron vencidos porque la gente se reunieron como hormigas de toda la zona de Llaueán para no dejarlos entrar, por ese motivo tuvieron que venir con la policía y el Rector de Chota, y ahí sucedió las muertes».

«LA SANGRE CORRIÓ COMO RÍO»

De este suceso lamentable, existen diversas versiones orales en la memoria de la gente, tal como podemos apreciar en los siguientes testimonios:

«Los campesinos como eran amenazados de ser desalojados se iban poniendo de acuerdo a no separarse y tampoco

 

 

 

dejarse quitar la tierra. En varias oportunidades ya lo habían corrido al Prado de la hacienda de Llaucán».

«Los ahijados se dieron cuenta que les van a obligar a firmar nuevos contratos, para que ellos paguen aparte al Locatario, entonces se juntaron en masa junto con los cabezonados y no se consintieron».

«Sucedió que el día 3 de Diciembre de 1914, se presentaron todititos los Llaucanos, porque sabían que va a venir el Prado y Benel trayendo la fuerza policial de Cajamarca, que eran los azules, con el apoyo del señor Prefecto don Belisario Ravines, por ello se juntaron decididos a protestar fuertemente».

«Los campesinos dirigidos por sus cabecillas, don Eulogio Huamán y don Andrés Díaz Bustamante se concentraron en la casa hacienda con todita la masa de gente, amenazando al explotador que no están de acuerdo con pagar un centavo más de lo que estaban pagando».

«La policía entraron por la hacienda de Chanta para obligar a los indios a pagar los recargos de sus arriendos, con el pretexto de que el rector del colegio de Chota había venido a cobrar los arriendos. Cuando llegaron los policías a la casa hacienda, nos encontraron a toda la masa campesina reunida, todos a voz gritamos !No pagamos!  ! No pagamos!».

«Para este día los campesinos llaucanos habían venido armados de sus hondas, guaracas, palos (bordones con chuchos y de chonta), piedras; (las mujeres muy precavidas habían recogido piedras en sus milcas); los guardias al ver eso querían hacerles botar las piedras, ahí es donde se enfurecieron más los llaucanos y comenzaron a echarle piedra a los policías

 

 

A piedras lo hicieron salir de la casa hacienda a los guardias, arrinconándolos a la pampa de San Juan, donde se atrincheraron los policías; mientras tanto, los campesinos se habían equipado con piedras y comenzaron a tirar los hondazos, alcanzándolo a un policía y derribándolo de su caballo, en ese momento es cuando un oficial ordena a la tropa diciendo: IFuego! (Fuego! Empezaron a tirar bala pensando intimidarnos, pero la gente no se rendía, al contrario más se enfurecieron y el oficial dijo a su tropa !A tierra! y comenzó la guerra. Así sucedió la masacre donde murieron más de doscientos llaucanos en defensa de sus tierras»

«Cuando toditos estaban tendidos, los guardias rectificaron a los muertos, a los que encontraban vivos les preguntaban: ¿De qué parte eres0 si contestaban: Soy de Prado, entonces lo dejaban vivos. Habían otros más valientes y decían: Yo soy de parte de los cabecillas», lo mataban a puntazos. La gente decía que es de Prado por miedo a morir y por qué Benel no se había sentado como locatario»

«El caso más horrible es cuando lo encontraron viva a la señora Marcelina Lara y le preguntan de qué parte era, y ella dijo de los cabecillas. Le dieron un puntazo en la barriga y salió la criatura, porque ella había estado encinta»

«Cuando los policías estaban viniendo rumbo a Bambamarca los llaucanos dieron la vuelta por la parte alta de la Conga Blanca, a dar el encuentro a los guardias y un indígena que tenía una escopeta, disparó un balazo a la tropa alcanzando a un guardia en el cerebro y salió la bala por la boca, pasó a la muía y con todo muía se cayó al río y en la pampa del río murió el policía 

 

 

Los familiares y demás indios al siguiente día juntaron a
los muertos llenecitos en la iglesia corriendo la sangre como el río que
casi se juntaba con el río Llaucano. Después a los muertos los
llevaron al panteón donde los enterraron de dos en dos y de tres
en tres; no había tiempo para hacer la sepultura de cada uno, por
que había temor de que regresen los guardias a quemar a los
muertos, así había rumores».                                                  

«Los familiares que tenían posibilidades cambiaban de ropa a sus muertos y a los muertos que no tenían familiares los enterraban con su propia ropa con que los mataron».

«También se cuenta que el hacendado de Chala don Cesar Miranda, al enterarse de esta masacre, se fue con su gente, al ver la tristeza, lloró y ordenó que ayuden a recoger a los muertos; después de ayudar en el entierro se regresaron a su hacienda».


LAMENTABLES ACONTECIMIENTOS

Mucho se ha escrito sobre estos tristes hechos. A continuación presentamos dos versiones acerca de la masacre.

En primer lugar Adolfo Vigil en su libro «El pueblo en la Llanura» nos dice:

«El 3 de Diciembre de 1914, mi padrino Eleodoro Benel, debía recibir el fundo Llaucán que había ganado en limpia puja o remate.  Al intentar tomar posesión, encuentra bien organizada y bien pertrechada, con palos y con piedras la indiada opositora que había sido hábilmente azuzada por la banda de los hermanos Ramos.  Benel nació en Hualgayoc el 5 de Agosto de 1871

 

Benel solicita garantías a Cajamarca, y el mismo Prefecto Belisario Ravines, héroe del 79, al mando de 200 gendarmes, viene a dar posesión del fundo a Benel».

«Los campesinos están emplazados en la pampa de Llaucán, llanada delantera de la casa hacienda.  El prefecto pretende dialogar con ellos, pero en esos momentos una campesina. Casimira Huamán, por apodo «Camacha» , pues Camacho era el apellido de su esposo, acomete a riendazos al Prefecto derribándolo del corcel.  El capitán Rabines, hijo del jefe, dispara sóbrela dirigente, hiriéndola mortalmente.  Esto originó la reacción inmediata de la indiada que atacó a la tropa con hondas, bordones de Lloque y algunos cartuchos de dinamita».

«Las órdenes de Revines son terminantes". «  Bala a los llaucanos».  Y estos cayeron por centenares.  Los llaucanos despavoridos empiezan un gran desbande».

Rabines ordenó posteriormente, el repase general.

El saldo de los muertos sobrepasó los quinientos, entre hombres mujeres y niños. De la tropa sólo murió el soldado Zurita.

Tan lamentables acontecimientos, de los que en mucho fueron actores nuestros padres, tuvieron gran repercusión social» (pág.42).

La parcelación y venta de lotes del referido fundo, es ahora un hecho consumado, gracias a la prédica perenne y salvadora de otros dos luchadores llaucanos: Lorenzo Guadaña y Andrés Abelino Mondragón.

 

 

«TREINTA MINUTOS DE INFIERNO Y SANGRE»

En el libro «La rebelión del caudillo andino Eleodoro Benel Zuloeta» de Juan Vigil, encontramos otra versión que nos parece no representar el sentimiento de los llaucanos, el autor exagera fijándose más en el mismo hecho que en las causas de esta tragedia, e incluso refleja algunas palabras o términos con un cierto desprecio por los indígenas de Llaucán:

«Cuatro mil indios, hombres, mujeres, mozos, niños y niñas se encontraban aquella tarde en la llanura cubierta de grama situada delante del portón de la derruida casa hacienda de Llaucán».

«Esa tarde Benel debía tomar posesión del fundo.  Había comprendido perfectamente la propaganda desplegada por los cuatreros Ramos, y allí estaban en pie de guerra para defender sus derechos a la tierra y expulsar al terrible bandolero y asesino Eleodoro Benel».

El prefecto de Cajamarca, Coronel Belisario Rabines, héroe de San Pablo, se había constituido por orden superior en la pampa de Llaucán, con el auxilio eficaz de doscientos números de gendarmería, perfectamente equipados a fin de dar posesión a Benel, que en buena lid había obtenido el remate de la hacienda, ya que había solicitado garantías ante la creciente campaña desplegada por los Ramos.

La tropa formada en doble fila, estaba dispuesta en semi círculo en la llanada. El coronel Ravines con grueso capote y pistola al cinto, jinete en un grande corcel fornido, saltador e inquieto.

 

 

Recorría el campo de extremo a extremo, teniendo al frente la reunión de los llaucanos, la indiada a cien metros de distancia pugnaba por contenerse, los griteríos y amenazas no tenían nada de tranquilizadores.

Sólo esperaban la aparición de Benel para cogerlo vivo y luego despedazarlo. Estaban armados «hasta los dientes» con palos de chonta, garrotes, piedras, hondas, cartuchos de dinamita con sus provisiones de guía, pedernales y acerados eslabones. «!No comprendo qué es lo que ha pasado!» decía aterrado el prefecto.

El semblante descajado de los gendarmes, detonaba su tremendo disgusto y un miedo profundo; la indiada enfurecida, a punto de hacer estallar su ira, no es para poco, ni más ni menos para hacer temblar al hombre más aguerrido y valiente aún con gran acompañamiento de armas.

Una intimidación del prefecto, la turba pudo entrar en leve calma, volvió después a recrudecer el infernal griterío y la furiosa indiada comenzó a avanzar paso a paso durante algunos segundos. Una segunda intimidación por parte del Coronel fue incapaz de contener la engrandecida multitud. El prefecto sentía correr el sudor por el cuello y por la frente.  ! Alto, Alto, deténganse, deténganse!, voy a ordenar hacer fuego.

Arrolladora avanzó la multitud enorme; tras leve vacilación y luego de arengar a los rebeldes, una cabecilla india apodada «la Camacha», saltó corriendo, con su rostro prieto surcado de leves arrugas la distancia que separaba al Prefecto de la multitud, al llegar a él, se cogió de la rienda del caballo que se movió asustado e inquieto. - Prefecto Bribón.... ¿tú también vas a dar Llaucán a un bandido?

 

 

Excepto con rabia que retorcía la paz a la cabecilla india, al mismo tiempo que avanzaba sobre el Prefecto, cruzándole un latigazo en la mejilla que derribó al suelo al héroe de San Pablo.

-  ¡India estúpida carajo! bramó el Coronel, sacó su pistola y disparó
sobre la embravecida cabecilla por tres veces consecutivas.

La india «Camacha», que así se la conocía a la valiente Casimira Huamán de Camacho, envuelta en su propia sangre como mártir de su raza y mártir del engaño, estrujándose el pecho ensangrentado. Cuenta su madre que ésta líder era la más elegante reviatada de Llaucán.

Centenas de palos cruzaron el aire, una tremenda pedrada sembró el pánico en las filas de Rabines.

-  ¡Fuego al aire! - incorporándose en los estribos de su caballo,
aulló el Coronel a la vez que miraba su reloj.

Doscientos disparos sonaron por el aire, amenazantes, decenas de dinamitazos retumbaron al chocar en el suelo cerca de donde se ubicaba la tropa.

Los indios tiraban diestramente con la honda, arrojando los cartuchos de dinamita con guía ya encendida. Se vio caer a un gendarme sin haber tenido tiempo para hacer la segunda descarga.

-    ¡Circo, circo, circo! - avanzaban gritando los llaucanos y ejecutando una maniobra alrededor de la tropa, miles de piedras volvieron a verse por el aire.

¡Fuego al bulto! - tronó nuevamente el Prefecto.  La respuesta inmediata fue dada por dos decenas de indios que quedaban tendidos en la pampa, entre muertos, heridos y agonizantes.

Sin embargo en la indiada comenzó a generalizarse la pelea, varias decenas de indios volvían a caer sin vida.  Siete soldados quedaron gravemente heridos en esta segunda refriega.

La tropa volvió a cargar sus fusiles y dispararon por tercera vez, a boca de jarro, cinco decenas de llaucanos murieron al momento. Otra descarga más, ochenta indios muertos boca abajo, conforme arreciaban, nuevos llaucanos eran barridos por las balas, ya el desbande no se hizo esperar en las filas de los indios; atropellándose huían en distintas direcciones y los gendarmes seguían disparando, gritos, lamentos, maldiciones y blasfemias se oía por todas partes, manchones de sangre se veía por los caminos y el llanto reinó casi en todas las casas.

Media hora había durado la batalla, treinta minutos de desigual batalla, «treinta minutos de infierno y sangre».

AL PREFECTO LE FALTO TINO Y SAGACIDAD

El Mariscal Benavides en su libro su vida y su obra, Lima 1976 I (pág. 247 - 248), nos relata:

«Con espíritu justiciero resolvió Benavides un grave incidente ocurrido en la provincia de Chota, Departamento de Cajamarca, conocido en la historia como «La masacre de Llaucán». La hacienda de este nombre, administrada desde 1887 por el Colegio Nacional de San Juan de Chota, fue sacada a remate para su arriendo-como todos los años en Diciembre de 1914, obteniendo

 

 

INVESTIGADO POR LOS ALUMNOS DEL CEBA “ALCIDES VÁSQUEZ” – Bambamarca  2012

 

Autor:  Franklin Vásquez Huamán

Prof. Asesor:  Heriberto Tamay Ruiz

Basado en el libros “Los mazos de pencaspampa”  - Bambamarca.

Es una parte de esta triste historia de los llaucanos, que la recuerdan y tienen el remordimiento que la historia se escribe con sangre.

 

Mi mayor deseo es que esto se conozca para que no se repita, el campesino sea valorado como tal, con dignidad, respeto a su idiosincrasia, forma de vida y su derecho consuetudinario.

martes, 24 de noviembre de 2020

Hna. Merche - Bambamarca


MERCHE

Hna. Mercedes Saguez Arraiza.

MERCEDES  SAGUEZ  ARRAIZA, una religiosa española del Sagrado Corazón de Jesús,  que vivió desde 1982 – 1991,  retornó a su país por un periodo de dos años para retornar en 1994 por cuatro años más y enrumbar sus ideales mediante la formación de líderes campesinos comprometidos con sus comunidades y con ideales de justicias y equidad.  “No se tiene que permitir ningún tipo de abuso, discriminación, injusticia  o maltrato contra el campesino” (informe Hna. Merche).  La educación es para que puedan defenderse, saquen adelante a su pueblo y trabajen con dignidad.

Hna. Merche que con cariño la llamábamos los estudiante, profesores y  comunidad bambamarquina en general, fue una persona íntegra que no permitió ni propicio dentro de la institución un solo abuso contra los estudiantes ni profesores, dialogante  severa y ordenada a tal punto que el sistema de formación tenía que funcionar correctamente, apuntando a un aprendizaje practico, con entendimiento y trato horizontal.  Mostró un aprecio apasionado por los pobres y de manera especial los campesinos, por quienes fue capaz de crear una institución que dieran todas las facilidades para aprender, formarse en liderazgo, criticidad y razonamiento lógico, para entender y  participar de la activa sociedad de fines del siglo XX.  Se interesó por certificar y valorar los aprendizajes prácticos de los campesinos, según su nivel, acreditando mediante evaluaciones y certificando sus conocimientos según su nivel tanto en primaria como secundaria.  Fue una convencida de que si NO SE SUPERA EL ANALFABETISMO no se podrá alcanzar un desarrollo social armónico y sostenido, que quien conoce sus derechos no permitirá abusos ni lecciones a los derechos humanos.  El campesino letrado es capaz de hablar para reclamar lo que por derecho le corresponde, que la gente analfabeta está destinada a ser engañada, utilizada políticamente, a ser objeto de abusos por parte de los “vivos” principalmente de los políticos – politiqueros y fanáticos religiosos. 

Merche, tuvo una visión muy clara sobre la educación al campesino, si esta no llegaba no habría desarrollo.

De allí las Orientaciones claras, serenas y al mismo tiempo audaces de nuestro Capítulo General de 1970: “edificar comunidades fraternas insertas, capaces de responder a la interpelación de un mundo en el que tantos hermanos nuestros sufren y no pueden llevar una vida verdaderamente humana” – “ Hoy, cuando el desarrollo integral del hombre es una tarea primordial, reafirmamos nuestra Misión Educadora como servicio de Iglesia… el mismo Amor de Cristo nos urge a responder a las necesidades de cualquier hombre oprimido por la ignorancia o la esclavitud y sobre todo a las necesidades de los jóvenes que buscan el sentido de su vida, cuando en el campo, sin educación, sin una escuela ni colegio… Nos hemos comprometido en una tarea liberadora…allí donde estemos la solidaridad  con los pobres, debe marcar nuestra  vida.  Nos exigirá un trabajo serio, disponibilidad y desprendimiento…En un mundo que tiene hambre y sed de justicia, nuestra actitud será de solidaridad con el Tercer Mundo que sufre la pobreza y la opresión”

Es así como en el Perú, en 1974 iniciamos en Tembladera una pequeña Comunidad de 4 hermanas, inserta en la Pastoral y  en el servicio educativo de la diócesis de Cajamarca.  Poco tiempo después una de las  Hermanas como Silvia Alfaro es nombrada para la Escuela  unidocente de Perlamayo…por las mismas Opciones se acepta, y periódicamente y por turno la acompaña una Hermana

 

Los campesinos estaban en una situación que no era de justicia, un altísimo porcentaje de analfabetismo, la mayor parte no tenían tierras, eran víctimas de injusticias de parte de las autoridades, especialmente de los alcaldes, los jueces y los tenientes gobernadores.  Los hacían trabajar gratuitamente en las mingas sin reconocerles absolutamente nada y sobre todo a la hora de hacerles justicia eran los primeros en mandarles a la cárcel. (escritos de Hna. Merche).

Para comprender y tener  muy claro cómo se gestaba el maltrato al campesino, analfabeto, con pocos conocimientos técnicos sobre manejo agrícola y ganadero, Merche vivió mucho tiempo en la comunidad del Enterador – Bambamarca, allí pudo comprender las formas de maltrato, lo que siempre se gestó:  “explotación del hombre por el hombre”, necesitamos comprender que los seres humanos tenemos dignidad e igualdad de derechos, hay que trabajar y estudiar  para entender cuáles de estos nos corresponden.

“Las mujeres esta relegadas a la casa, no tienen derecho  aprender ni de asistir a la escuela, los padres no los  enviaron a la escuela, por lo ellas tampoco mandan a sus hijas, tienen el concepto que hijas deben pacerse a las madres”  (Merche 1984)

 A pedido de Monseñor DAMMERT  se empieza la primera labor educativa  escolarizada en el Enterador para NIÑOS  SORDOS MUDOS Y ALFABETIZAR A LOS DIRIGENTES CAMPESINOS, especialmente a los ronderos  que como organización recién empezaba en Bambamarca.

Cuadro de texto: LLEGADA HNA. MERCEDES SAGÜEZ
ARRAIZA 1982

 

 

Religiosa del Sagrado Corazón
Nacida en Navarra - España

  

LA MASACRE DE LLAUCAN

 

A CIEN AÑOS DE LA MASACRE DE LLAUCÁN

A casi cien años después de haber conseguido expulsar a los Españoles y lograr la independencia gracias a las corrientes libertadoras de San Martin y Bolívar, en el Perú profundo, aun descansaban inamovibles las antiguas estructuras sociales clasistas, políticas y latifundistas, en manos de una pequeña minoría de terratenientes y “funcionarios” del estado republicano.

Esta es la historia de la aguerrida tribu de los Llaucas, que, aunque sufrieron cientos de años de esclavitud y explotación en su propia tierra, no se doblegaron ante los abusos y fueron los precursores de los movimientos campesinos e indígenas del siglo pasado y finalmente de la reforma agraria, que tardaría mucho en llegar, pero que por su valerosa actitud, hasta derramar supropia sangre conseguirían finalmente el ansiado sueño de desterrar a los opresores y ser dueños nuevamente de sus tierras y de su propio destino.

La zona conocida como Llaucan está ubicado al sur de la ciudad de Bambamarca, este territorio, por su fertilidad fue poblado desde tiempo muy antiguos, donde existía una tribu de los Llaucas, que fueron antepasados de los actuales Llaucanos.

Según el libro“Historia de Bambamarca”, Llaucan en su origen perteneció al Curaca Llauca. Para posteriormente ser arrebatado por los españoles. Llaucan, durante la colonia fue un centro muy importante, en octubre de 1561 el visitador Diego Velásquez de Acuña, llego hasta la hacienda “todos los Santos de Llaucan”, donde concurrieron todos los indios de las pachacas de la Huaranga de Bambamarca a empadronarse.

Ninguna comunidad indígena del departamento de Cajamarca ha suscitado tantos litigios,como la de la hacienda de Llaucan, extenso fundo rural que se halla ubicado en el distrito de Bambamarca, provincia de Hualgayoc, que tenía una extensión de cuarenta mil hectáreas y catorce mil habitantes a mediados del siglo pasado.

A lo largo su historiase ha producido conflictos, muchos delos cuales tuvieron significación nacional, por los incidentes lamentables a que dieron origen. Así tenemos que en 1661, fueron administradores don Juan Sedaño y su esposa Sebastiana Blas. Por los constantes abusos cometidos en los obrajes, se produjo una sublevación por parte de los indígenas, dando cruel muerte a ambos esposos.Pero el que merece mención especial es la masacre efectuada por la fuerza pública el 3 de diciembre de 1914, en la que perecieron doscientos indígenas, entre hombres, mujeres y niños, y que tiene como uno de sus protagonistas al controvertido caudillo y bandolero Eleodoro Benel.

La hacienda de Llaucan,perteneció al banquero español don Juan de la Cueva, encomendero de la época del coloniaje. Pero lo perdió al caer en bancarrota confiscando sus dos haciendas,Quilcate y Llaucan, ubicadas hoy, la primera en la provincia de San Miguel y la otra en Hualgayoc. Posteriormente la hacienda Quilcate fue liberada del juicio de concurso por haber alegado tercería excluyente de dominio de su esposa del señor de De la Cueva, doña Ariste Zavala de Cueva, acción que la Real Audiencia de Lima declaro fundada y ordeno que dicha hacienda fuera excluida del embargo. En consecuencia solamente quedaba embargada la Hacienda de Llaucana petición del tribunal del consulado.

Posteriormente la Audiencia de Lima expidió sentencia en el juicio de concurso, resolviendo que la hacienda de Llaucan pagaría anualmente cuatro mil pesos, hasta la total cancelación del cargo, ósea por un periodo de veinte años consecutivos a cuyo término,el fundo embargado quedaría libre y pasaría a manos de su legítimo propietario.

El señor De la Cueva falleció unos años antes deque la deuda al fisco fuera cancelada. Pero como no dejo herederos, nadie se preocupó posteriormente de reclamar el bien, materia del embargo.

Fenecida la dominación española, el gobierno de la república continuo en posesión de Llaucan hasta el año de 1856, en que a causa de haberse incendiado el campamento minero de Hualgayoc, el 16 de julio del citado año, la convención nacional expidió una ley haciendo donación del fundo a favor de los damnificados del siniestro. Los moradores de Hualgayoc, sin embargo no hicieron uso del gesto generoso del gobierno de entonces. Los notables Hualgayoquinos dela época se limitaron únicamente a adueñarse de los capitales de la hacienda,tales como ganado y otros, en su provecho personal, desdeñando la posibilidad de erigir una nueva ciudad en la bella pampa donde se encuentra la casa-hacienda, a orillas del pomagon, y que había sido designada para levantar en ella la nueva población de Hualgayoc.

Así llego el año de 1861. El diputado por Chota don José Manuel Osores, viendo el abandono de Llaucan por los donatarios, presento en su cámara un proyecto de ley, mandando crear en la ciudad de Chota un colegio de Instrucción secundaria, a fin de que en dicho establecimiento recibieran instrucción los jóvenes de las provincias de Jaén y Chota. Este colegio dispondría para su sostenimiento, como lo dispone hasta el presente, de rentas provenientes del fundo de Llaucan.

Conforme a ese pedido el 24 de Agosto de 1861 se creó el Colegio Nacional San Juan de Chota.

Es de advertir que el colegio de Chota es solamente usufructuario de las rentas de la hacienda, y en cuanto al dominio de propiedad este no se le ha sido concedido en la Ley.

Durante la administración del gobierno de Balta, el tesorero fiscal de Cajamarca, don Manuel Luna Victoria, administro Llaucan; parcelo el fundo y entrego esas parcelas, en arriendo a los indígenas mediante pequeñas pensiones conductivas.Estas pensiones no llegaban en la época a cuatro mil pesos anuales. Desde 1874 hasta 1879, fue conductor de Llaucan don Victoriano Agusti, esposo de doña Amanda Cavada, mediando el pago de tres mil quinientos pesos anuales. Al fallecimiento del señor agusti en 1880, el estado dispuso de las rentas de Llaucan para atender los gastos de la guerra. Tanto el contraalmirante Montero,como el general Miguel Iglesias, continuaron recaudando esas rentas por intermedio de la tesorería fiscal de Cajamarca: en 1883 fue entregada en arriendo a don Nicolás y don Juan de la Rosa Tello.

El colegio Nacional San Juan de Chota, recupero las rentas de Llaucan, en virtud de una ley expedida por el congreso de 1886 por iniciativa del diputado de dicha provincia bachiller don Ezequiel Montoya. Desde entonces el citado plantel viene usufructuando delas rentas del fundo.

A partir de ahí, bajo la administración de los Chotanos, se empieza a arrendar la hacienda a diferentes personas año tras año, en pujas que se hacían en la ciudad de Chota,dando como ganador al que ofrecía más dinero por la usufructuracion de la Hacienda.

Antes de 1913,la familia Ramos (Marcos Ramos García y sus siete hijos) llegan a Llaucan, después de haber perdido sus tierras en un conflicto en Ninabambaba, con el controvertido caudillo y bandolero Eleodoro Benel.

En diciembre de 1914 fue sacada a remate para su arriendo como todos los años. Obteniendo la buena pro Eleodoro Benel Zuloeta, por una suma que casi duplicaba el alquiler anterior, los subarrendatarios, en su mayoría indígenas, temiendo una elevación de la merced conductiva, y azuzados por el arrendatario anterior, adoptaron una actitud de rebeldía frente al nuevo concesionario, el cual solicito la intervención de las autoridades.

El 3 de diciembre de ese mismo año, ante la solicitud de Benel y el prefecto de Cajamarca, Coronel Belisario Ravines, (Heroe de San Pablo), se constituyó a las pampas de Llaucan con el auxilio de doscientos gendarme a dar posesión a Benel.

Ante la noticia de que este nuevo Locatario iba a tomar posesión de la administración de las tierras y ante el conocimiento previo de quien era Benel y las intenciones que traía, la gente de Llaucan se constituyó a la pampa, delante de la derruida la casa-hacienda en aproximadamente cuatro mil indios, entre hombres, mujeres,niños y niñas.

Según versiones orales, recogidos en diversos textos, los indios dirigidos por sus cabecillas,doña Eulogia Huamán y don Andrés Díaz Bustamante se concentraron en la hacienda con toda la masa de gente,amenazando al nuevo locatario de que no iban a pagar ni un centavo más de lo que estaban pagando. Para ese día los campesinos habían venido armados con sus hondas, huaracas, palos, bordones,piedras.

La tropa,formada en doble fila, estaba dispuesta en semicírculo en la llanura, el coronel Ravines, con grueso capote y pistola al cinto, jinete de un grande corcel fornido, saltador e inquieto, recorría el campo de extremo a extremo,teniendo al frente la reunión de los Llaucanos, la indiada a cien metros de distancia, pugnaba por contenerse, más los gritos y amenazas no tenían nada de tranquilizadores, que solo esperaba la aparición de Benel para posiblemente arremeter contra él su furia.

Una intimidación del prefecto, contuvo por un momento ala turba, que pudo entrar en leve calma, pero volvió a recrudecer el infernal griterío y la furiosa indiada comenzó a avanzar paso a paso durante algunos segundos, ante la segunda intimidación por parte del Coronel fue incapaz de contenerlos, ¡Alto, Alto, deténganse, deténganse!, voy a hacer fuego!, Grito.

Arrolladora,avanzo la multitud enorme, ras leve vacilación y luego de rengar a los rebeldes, una cabecilla india apodada “la camacha”, salto corriendo, con su rostro prieto surcado de leves arrugas, la distancia que separaba al prefecto de la multitud, al llegar a él, se cogió de la rienda del caballo que se movió asustado e inquieto.

Prefecto Bribón….¿tú también vas a dar Llaucan a un bandido? Espeto con rabia, que retorcía la paz ala cabecilla india, al mismo tiempo que avanzaba sobre el prefecto, cruzándole un latigazo en la mejilla que derribo al suelo al Héroe de San Pablo.

¡India estúpida carajo! Bramo el coronel, sacó su pistola y disparó sobre la embravecida cabecilla por res veces consecutivas. La india “camacha”, que así se la conocía a la valiente Casimira Huamán de Camacho, envuelta en su propia sangre como mártir de su raza y mártir del engaño, estrujándose el pecho ensangrentado,cayo agonizante sobre la pampa.

Centenares de palos y piedras cruzaron el aire, una tremenda pedrada sembró el pánico en las filas de Ravines, ¡Fuego al aire! Espeto, incorporándose en los estribos de su caballo el coronel Ravines a la vez que miraba su reloj. Doscientos disparos sonaron por el aire,amenazantes, decenas de dinaminatazos retumbaron al chocar en el suelo cerca de donde se ubicaba la tropa, los indios tiraban diestramente la honda, arrojando los cartuchos de dinamita con guía encendida, se vio caer a un gendarme sin haber tenido tiempo para hacer su segunda descarga.

¡Circo, circo,circo! Avanzaban gritando los llaucanos y ejecutando una maniobra alrededor dela tropa, miles de piedras volvieron a verse por el aire, es entonces que el coronel ordena…fuego al bulto!, la respuesta inmediata fue dada por dos decenas de indios que quedaban tendidos en la pampa, entre muertos, heridos y agonizantes. Sin embargo en la indiada comenzó a generalizarse la pelea, varias decenas de indios volvían a caer sin vida, siete soldados quedaron gravemente heridos en esta segunda refriega.

La tropa volvió a cargar sus fusiles y dispararon por tercer vez, a boca de jarro, cinco decenas de llaucanos murieron al más o menos, otra descarga más, ochenta indios muertos boca abajo, conforme arreciaban, nuevos llaucanos eran barridos por las balas, ya el desbande no se hizo esperar en las filas de los indios;atropellándose huían en distintas direcciones y los gendarmes seguían disparando, gritos, lamentos, maldiciones y blasfemias se oía por todas partes, manchones de sangre se veía por los caminos, Ravines posteriormente ordeno el repase general .

“el caso más horrible fue cuando lo encontraron viva a la señora Marcelina Lara y le preguntaron de que parte era, y ella dijo de los cabecillas. Le dieron un puntazo en la barriga y salió la criatura, porque ella había estado en cinta”.

El saldo de los muertos sobrepaso los docientos, entre hombres, mujeres y niños, de la tropa solo murió el soldado zurita. Media hora había durado la batalla, treinta minutos de desigual batalla, “treinta minutos de infierno y sangre”.

Esta masacre,entristeció a muchos peruanos, y fue sentida a nivel nacional, lo que preocupo a las grandes autoridades, se dice que: “los grandes jefes militares y políticos, degradaron a los causante de esta masacre, al ministro de defensa lo bajaron de su cargo, al capitán y los saldados que vinieron a Llaucan les dieron de baja. Y el señor Benel se corrió cobardemente porque ya no lo dejaban entrar en la hacienda de Llaucan.

Después de la masacre el remate fu suspendido enseguida, mediante una resolución suprema, que ordeno la administración de Llaucan a un empleado nombrado por el gobierno. Si bien es cierto que Llaucan fue abandonado por el colegio de Chota, pero los administradores nombrados por el gobierno seguían haciendo cobros excesivos delos arriendos, que causa nuevas protestas de los Llaucanos.

En 1918, Chota,comenzó nuevamente a controlar Llaucan, por medio de sus administradores, que seguían imponiendo en muchos casos nuevamente excesivas cobros, que generó que aparecieran nuevos manifestaciones y nuevos líderes, pero esta vez, se los silenciaba mediante una guerra de baja intensidad, así tenemos que en 1935 fusilaron en su propia casa al legendario cabecilla Lorenzo Guadaña, por el bandolero Edilberto Díaz, quien dicen llego a las ocho de la noche, tapándose la cara con un paño negro y el fusil debajo del poncho.

Otro de los lideres asesinados por orden de Chota fue Abelino Mondragón Saucedo, quien adquirió el nombre de “el cabecilla de los Llaucanos” quien organizo a la gente para detener el abuso del locatario Fermin Arrascue, a quien expulsaron nuevamente de Llaucàn. Pero un domingo 2 de julio de 1944, al parecer 3 policías se dirigen hacia su vivienda en La Llica para darle muerte, quien dice que murió atravesado el corazón por una bala de fusil, pero siendo traicionado por sus propios compañeros.

Ante el reclamo constante de los Llaucanos, En 1946 se aprueba en la cámara de diputados el proyecto de ley que disponía se autorice al ejecutivo la venta y división de Llaucan en parcelas. Para que sean compartidas entre sus arrendatarios y colonos. Gracias al apoyo del centro chotano, presidido por Francisco Cadenillas Gálvez y otros valientes chotanos, que desde las tribunas daban debates ardientes en apoyo al reclamo de los LLaucanos. Sin embargo dicho proyecto no se ratificó en la cámara alta.

La ley de parcelación se logra finalmente en 1966, donde con la parcelación, los Llaucanos quedan como dueños legítimos de sus tierras. Sin embargo, la reforma agraria no afecto a la hacienda de Llaucan. Por lo que los llaucanos se sienten orgullos de que la posición de sus tierras no lo consiguieron por dádivas delos gobernantes, sino por las luchas incansables de los indígenas durante casi toda su historia emprendieron para defenderla, e incluso derramando su propia sangre.

 “Los Macizos de Pencaspampa”, del grupo cultural “Martin Quiliche” de la Parroquia de Bambamarca, 1994