miércoles, 30 de enero de 2019



LA IGLESIA CATÓLICA
La iglesia católica del Perú del S. XXI, no aparece como una institución moralizadora en estos momentos de caos social, una transversalidad de la corrupción, que ha tocado a todas las instituciones, es extraño que nuestra madre Iglesia no aportante a las soluciones; todo lo contrario - sumisión.  Creo tener esta visión de iglesia porque me tocó vivir mi juventud entre los años mozos de la iglesia, misionera y misional, con una catequesis de los pueblos jóvenes, urbanizaciones, asentamientos humanos en las grandes ciudades.  En provincias con catequistas rurales, grupos de jóvenes rurales, preparación de la vida cristiana campesina, religiosidad popular, donde el cura llegaba a las familias y no al revés, las misiones comunales rurales de mensaje de vida, esperanza, comunión, cercanía de Dios a los más pobres.  De eso hoy no hay ni viejos escritos.
Parece que hemos vuelto a la edad media, donde como iglesia aparece preocupándose más por la salvación del “alma”, una vida celestial, el espíritu; haciendo siameses entre el “pecado” y la corrupción, poniendo en las manos de Dios los delitos cometidos por los funcionarios, gobernantes – autoridades sometidas por el germen de la corrupción – robo a escala mayor. Desgraciadamente el pecado no tiene castigo alguno terrenal y estos hombres del vicio de robar dado que el dinero de los ciudadanos está en sus manos, estan inmunes o tal vez absueltos por una mera confesión ante el vicario de cristo tal cual medievalismo.
Brutalidad y absurdez o mero funcionalismo para formar parte del sistema corroído por la bajeza del robo a escala mayor,  NO HAY UNA INSTITUCIÓN MORALIZADORA en los tiempos en los que vive el Perú.  Nuestra madre Iglesia católica, sumisa cual secta religiosa con preocupaciones mayores como la oración, la confesión, las penitencias terrenas de sus propios miembros, menos asumiendo retos como moralizar y hacer de la sociedad un pueblo ético y moralmente vivo. Esperando que el pueblo pecador se volqué a los templos sangrados para recibir perdón y santidad – Fatal para una sociedad que está por encima de meros arrepentimientos y corregimientos personalizados – producto de un tocamiento de su corazón por la presencia espiritual. ¡Esto no va a ocurrir!  … literalmente….  Jamás. Tal vez si miramos desde otra óptica a nuestra sociedad, y…. como dijera el papa  Francisco los pastores van tras las ovejas perdidas, porque nunca las ovejas perdidas volverán tras el pastor, menos a someterse al corral para ser adoctrinadas como en tiempos medievales. Hoy la información fluye tan veloz que escapa al control humano – moral.
Creo que si tuviéramos una iglesia de apertura, de avanzada donde las preocupaciones fueran la gente, el ser humano, la sociedad los pueblos olvidados, la juventud, los niños, las escuelas y colegios, las comunidades campesinas, los pueblos andinos, los rincones de donde surgen los elementos  poco deseados en la sociedad, estos hombres y mujeres que su vida es hacer el mal, tuviéramos menos problemas sociales, menos delincuentes, y la segura posibilidad que la corrupción fuera menor.  Existiera personas con autoridad moral para reprender a la sociedad,  autoridad para corregir y hacer un juicio moral, un seguimiento que es lo que está fallando en nuestra sociedad, de seguro es la FAMILIA.  Pero nadie trabaja por las familias, poco preparadas para criar, educar a los hijos.  (Donde esta lo que antes se conocía como catequesis familiar) y si lo hay que falla, no se llega a donde se debería, la metodología y temario no son los adecuados y oportunos para el contexto actual?, ¿dónde vamos mirando como grupo moral?, porque la iglesia se preocupa más por la salvación de las almas, por el purgatorio, las confesiones y las limosnas, que los fieles se preparen para alcanzar el cielo mediante la penitencia, ES UNA IGLESIA SACRAMENTAL DE TEMPLOS SAGRADOS, donde los pecadores no tienen cabida,  entonces a quienes les dejamos todos los espacios sociales que se  atendía con formación y preparación e incluso sacramental; antes se buscaba jóvenes para prepararlo para los sacramentos, hoy solo los muy “preparados” y selectivamente adoctrinados pueden acceder a estos “santos” sacramentos.  No podemos pedir santísimas actitudes en el siglo de la tecnología y la información que fluye con más velocidad que el “espíritu santo”.  En s. XXI la iglesia no puede haberse convertido en una secta doctrinaria y de adoctrinamiento, hoy se necesita el trabajo social y moralizador de un ente rector como lo ha sido la iglesia católica de otros tiempos.
Como en una noticia televisiva se afirma, que los jóvenes que ven a sus “ídolos – héroes” fumar en la pantalla, insultar, agredir, poner apodos, entre otros tienen 16 veces más probabilidades de ser imitadores, copiones, burlones y fumadores.  O sea, que la motivación personal puede ser dirigida y los vicios y desviaciones, pueden ser enseñados y peor aún, potencializados desde los medios masivos.